—Hola.
—Hola.
—¿En qué te puedo ayudar, persecuta?
—Necesito que me respondas algo.
—Decime.
—¿Por qué te hacés la buena madre?
—¿Qué?
—Eso. Que por qué te hacés la buena. Acá, sobre todo, en este blog. Contás cosas de lo más tiernas sobre la crianza a tus hijas: el primer viaje en subte, las cartitas al Ratón Perez. ¿Por qué te hacés la buena?
—No me hago nada. Escribo y pongo cosas que me gustan.
—Sí, pero te hacés la simpática con todas las e de «elquedelele» y además mostrás algunos artículos en Facebook. O sea que algo querés decir, algo querés mostrar…
—¿Y eso qué tiene de malo?
—¿Qué tiene? Para empezar, narcisismo, tiene. Y para seguir, una flor de careta de buena.
—¿Qué, no soy buena?
—No, no siempre. ¿Querés que repasemos?
—Por algo te llamás persecuta…
—¿Qué le dijiste ayer a Antonia cuando no quiso ordenar su pieza?
—Nada.
—»Pendeja», le dijiste. «Ordená, pendeja».
—…
—¿Y hoy cuando tardó en vestirse para ir al colegio? ¿Con qué la amenazaste?
—Con dejarla encerrada en casa mientras llevaba a María. ¡Es que no hacía caso!
—Sssch, chito. ¿Y en qué volumen?
—Alto. Dientes apretados.
—Exacto. ¿Ves? ¿Qué tal si mirás ahora la foto toda llena de rosita, a ver qué te parece?
—Sé lo que querés decir. Que soy un fraude.
—No sé si fraude, pero para reina de mami de WhatsApp no estás.
—¿Y quién quiere ser reina de mami de WhatsApp?
—Vos, aparentemente.
—¿Qué?
—Y sí. Si no hacés más que hacerte la moderna, la auténtica, la cool; vos y tu blog…
—Sos forra, ¿eh?
—Insultame todo lo que quieras. Soy «tu» persecuta. Soy vos. ¿Pasamos a tu hija más chica; a María, querés?
—A María no le digo nada porque me derrite y lo sabés.
—Sí, lo sé muy bien. De hecho ahí no tenemos uno, sino dos problemas.
—A ver…
—María te derrite y Antonia te irrita. Todo con muchas erres. ¿Vas a repetir lo del hijo preferido que a vos tanto te afectó de chica?
—No.
—Bueno, entonces pensalo.
—¿Y cuál es el segundo problema?
—Que a María la sobreprotegés.
—Sí. La sobreprotejo. Y qué. ¿Te olvidaste las que pasó esa nenita? Se bancó un embarazo complicado, ser prematura, una bronquiolitis que casi la mata y un accidente que la dejó sin un diente.
—Justamente. Esa nena es fuerte. No necesita que le sigas diciendo «bebé». ¡Tiene 4 años!
—Bueno, basta, terminala.
—Bueno.
—Lograste tu cometido. Me siento para el culo.
—Ok, entonces ya me puedo ir.
—Sí, andate.
—Bueno. La próxima vengo de noche y repasamos en la cama, que ahí es donde me prestás más atención.
—No. Chau.
—Chau.
Jajaja, es así…te aplaudo de pie!
Qué bueno que digas «es así», sentí que necesitaba medicación. Gracias!
Maru no podés hacerme reir tanto. No podéeeesss
Ah pero qué bien, muchas gracias!
No siempre somos tan buenos ni tan malos. Y por supuesto que mostramos lo bueno, lo lindo, lo rosa, en fin, lo que queremos que los demás vean. Me pasa, nos pasa a todos.
El relato impecable. Un beso Maru!
Martín
Puf, tal cual. Ni tun tun ni tan tan. Gracias por la empatía y la buena onda de siempre. Un beso, Martín!
Qué buen relato tal cual…… ni que pensar lo del hijo preferido no? Me hacés vivir lo que contás y evidentemente reirme que hace bien. Gracias, Besitos
Me hacés reír Maru! Y me siento reflejada. Beso grande y felíz cumpleaños!
Gracias Lau! Beso grande.
Gracias Lau! Ayer estuviste en una charla. Beso grande!
Brillante !
Lelé no me banco q seas tan pero tan pero tan grosa. No me lo banco.
Gracias por tu comentario como siempre, Ceci querida. Pero anoche esto a mí me dió vergüenza y lo borré de Facebook.