A mi hija María le digo vikinga. Ahora tiene 6, pero a los 3 cuando perdió un diente en un golpe casi no lloró. “Se me rompió un dientito”, dijo esa noche en la guardia. Crece y sigue igual. Si le dicen petisa dice “basta” y se va. Si tiene frío se abriga con un chaleco de lana.
Hace 10 años que trabajo para empresas de energía y entre eso y lo que vivo como mamá propongo que a las costosas boletas de gas que se vienen le metamos un poco de rusticidad vikinga en 6 pasos. Pero alerta de corrección política: esto sólo corre para alguien con gas natural y calefactor por tiro balanceado, radiadores o losa radiante. O sea, para alguien de clase media o alta que sabe que el gas es un recurso no renovable que proviene de la naturaleza. Y que además sabe que por más calentura contra el gobierno, a las facturas las vamos a tener que pagar igual.
1.
Pieza de los chicos. Chequeemos que no tenga filtraciones y apaguemos o bajemos el calefactor, la caldera o lo que sea que usamos a la noche. Como cuando éramos chicos en los 80 y nos hacían cagar de frío por lo que costaba la energía. Bueno, no tanto.
2.
Chalequitos. Busquemos a una abuela, tía o a alguien que sepa tejer y encarguemos chalecos de lana. No los venden en ningún lado. Pongámoselos a los chicos arriba de los pijamas.
3.
Frazada. Enseñémosle a taparse. No es física cuántica. Es taparse.
4.
Calefacción. Calentemos la casa sólo cuando estamos. No les demos bola a los plomeros y gasistas que nos dicen que la casa debe mantenerse en una temperatura estable, incluso cuando no estamos o cuando dormimos.
5.
Pu-ló-ver. Midamos la temperatura de la casa con nuestro propio cuerpo. No le demos bola al termostato. Si estamos en remera o camiseta manga larga estamos gastando de más, derrochando plata y lo que es peor, contaminando el ambiente al pedo.
6.
Agua caliente. Hagamos un uso racional de la cocina y el baño. Es decir, cocinemos con una llama que no sobrepase la olla y al enjabonar los platos tengamos la precaución de apagar el agua caliente. Lo mismo: configuremos el calefón o termotanque para que cuando nos bañemos la temperatura sea la adecuada. Quemarnos sale caro.

Termino. La energía es costosa en casi todas partes. No hace falta ir a Noruega o Dinamarca: con ver a Uruguay o Chile alcanza. Podemos estar enojados con un gobierno que aumenta tarifas sin controlar la inflación, pero hay un medio ambiente y un cambio climático que exceden a este u otro gobierno y sobre los que hay que actuar y educar a los chicos. A lo mejor no sea tanto esfuerzo y sólo se trate de conseguir un buen chaleco. A lo sumo una de estas.
Acá,, del otro lado del Río, las cosas son diferentes… mas vikingas o más bien Charrúas de pura cepa. Mi casa se calefacciona sólo con estufa a leña… me levanto con frío a veces. Y no pasa nada, me abrigo.
Busco piñas en el bosque para prender la estufa, la leña ahora la compro pero estuve muchos años cortándola con machete y hacha. No tenemos gas natural, compramos garrafa para cocinar. Una garrafa en Uruguay sale aprox $Uy600 (unos 20 U$S), 13kg de gas que duran 2 meses aprox depende su uso. Una de las primeras cosas que más me llamó la atención de Uruguay cuando llegué, fue que acá la gente posta pasa frío, desde que se levantan, ducha rápida porque el calefon es eléctrico y la luz es muy cara. Asi que sin miedo gente, es lindo vivir el frío del invierno, salir de las burbujas de calor y vivir cada estación.
Pili gracias, gracias, gracias por tu comentario. Ya iré a pasar frío a Uruguay con vos.
Muy bien Maru!!! Escribís como sos: simple y sin rodeos. María es nuestro sol y nuestra luz como vos cuando tenías su edad. Tus chalequitos los tejía tu abuela o sea mi mamá que nos dejó muchas experiencias. Escribi, escribi siempre, hace bien leer tus escritos. Te abrazo con calorcito
Me pone contenta que me lo digas. Gracias.
Tan linda, tan grosa, tan lujo de escritora. Ingeniosa, divertida.
Qué sería de mi autoestima sin tu generosidad, Ceci. Besos, linda.