Terapista en terapia

23:50
Ah no yo esto lo tengo que escribir.
Es miércoles 19 de junio y viajo en la oscuridad de un micro de Plusmar Bahía Blanca-Buenos Aires para acompañar a mi hermano Pablo que mañana se va a operar de una hernia de disco en el cuello.
Al lado mío viaja un chico de 20 y cortos.
Me alegro porque yo sé: este no ronca.
Se me dan mal los medios de transporte. Todos. Lo peor es volar, pero a esta enorme heladera de dos pisos en movimiento la siento inestable. Hace años que hago los deberes con el concepto de muerte –practico yoga, medito, leo sobre budismo- y sin embargo sueño con víboras y tengo insomnio cuando hay alguien enfermo en la familia.

01:47
Se me cruza un pensamiento patriarcal.
—Si volcamos, este muchacho de acá me salva.
Uno de los dilemas de la mediana edad es que ya no sabés cómo referenciarte para nombrar a los otros.
Si me ubico en mi rol de esposa y madre, es un chico. Si la voy de par, es un pibe, un flaco, un tipo. En la hipótesis de salvataje tras impacto frontal con un Scania es un muchacho.
Se acerca el acompañante de chofer. Se ve que soy la única despierta con la cara iluminada por el celular, porque me habla.
—¿Estás bien? ¿Tenés frío?
—No, estoy bien, gracias.
Pienso cómo no me di cuenta antes cuando no tenía esta angustia. Cómo no valoré cuando Pablo podía mover el cuello, estudiar días enteros frente a la computadora o intubar personas.

02:51
Pablo es mi hermano mayor. Me lleva 8 años. Se fue a estudiar Medicina a La Plata cuando yo tenía 10. Cuando crecí compartí con él un tiempo un departamento mientras estudié Periodismo en Buenos Aires. Él estaba casi siempre de guardia, pero por ahí cuando venía a la noche con su novia Elvira —hoy su mujer y mamá de dos nenes— yo los esperaba con una pascualina.

Sobre Pablo digo lo que dice mi mamá hasta a los que la llaman para ofrecerle una línea de Movistar. Que estudió mucho y ganó becas, que vive en Buenos Aires y que está a cargo de una Terapia Intensiva y un sector de Neumonología en el Hospital Cemic. Que como mi otro hermano Juani, es mi hermano el dotor.

A Pablo le dediqué mi tesis de grado. Ya casado lo vi irse a vivir a París, volver a Buenos Aires, ocuparse de dos hijos —uno con diagnóstico temprano de TEA— y fascinarse con los respiradores artificiales.

Hace más de un mes que casi no puede trabajar. No hay morfina que lo deje dormir y le saque el dolor que le provoca la hernia de disco. Mañana sus propios colegas en su propio hospital lo van a abrir a la altura de la garganta y le van a colocar una prótesis en el cuello. Pablo el terapista va a ir a terapia intensiva.

Si tengo que explicar por qué me preocupa tanto me voy a 2002, a un día que me enteré que un novio me había cagado. Esa tarde Pablo me vino a buscar para ir a dar una vuelta al Alto Palermo. Por entonces yo vivía sola a 6 cuadras de ahí y fuimos caminando. No recuerdo que me haya dicho algo, pero cuando llegamos me compró un helado.

03:20
Ay no.
El de acá adelante ronca.
¿Por qué las personas que roncan nunca tienen insomnio? ¿Por qué duermen con tanta determinación?
Ahí va: ronquido, ronquido, apnea, ronquido fuerte, silencio.
Me provoca despertar a todos con un grito:
—¡¿No nos van a dar ni siquiera una Tita, eh?!

06:03
Falta poco.
En una hora me bajo de acá y voy derecho al Hospital Cemic de Saavedra.
A las 9 empieza la cirugía y Pablo tiene que ir antes.
Googleo: “Cómo tomar un Uber”.

07:13
Me despedí del chico/pibe/flaco/tipo/muchacho del asiento de al lado, bajé del micro y salí de Retiro.
Espero un Uber en la vereda.
Está oscuro y por el feriado del Día de la Bandera no hay casi nadie en la calle.
Se acerca un tal Leandro en un Peugeot 207.
Me subo y miro el trayecto que me marca el celular.
20 minutos después estoy sentada en la recepción del hospital.
Califico el Uber con 5 estrellitas y escribo:
—Muy bueno el viaje con Leand…
Me interrumpen:
—Hola Maru.
Es Pablo.

11:45
Hace casi 3 horas que Pablo está en el quirófano.
Mi cuñada Elvira, mi mamá y yo esperamos que salga el neurocirujano a decirnos cómo está.
Pasa una prima de Elvira a saludar y nos cuenta que su hija, que estudia Kinesiología en la universidad, está leyendo publicaciones sobre pulmón que escribió Pablo.
—Yo no sabía que era tan groso —dice.
Mi mamá, que el mes pasado cumplió 72, rompe bolsa.

13:30
Terminó la operación y trasladaron a Pablo a terapia intensiva.
Está saliendo de la anestesia y tiene los ojos entrecerrados.
Lo rodean aparatos y cables y cositas de colores.
Elvira está al costado de su cama; mi mamá y yo, al pie.
—Estohh es un flasscchh —dice Pablo.
—¿Qué cosa? —digo.
—Eshto. Un flasshh.
—¿Qué sentís?
—Es to-co-to-co-to-co.
—Droga, es.
—Lo tenésh que escribir en elquequeleque…
Pablo mira a Elvira y le acaricia la mejilla con la mano. El terapista fanático de los respiradores que trabaja y estudia de lunes a lunes está emocionado.

Un día después

23:15
Estoy de nuevo en un micro de larga distancia, esta vez Buenos Aires-Bahía Blanca. Vuelvo a casa con mis dos hijas y mi marido Esteban.
Pablo ya no siente dolor.
En la cirugía descubrieron que tiene otras vértebras del cuello afectadas, pero la hernia de disco que lo incapacitaba fue superada con la prótesis.
Pasó la noche en terapia.
Deambuló, tomó té con los colegas y mironeó de lejos a los otros pacientes para ver qué les pasaba.
Esta mañana lo trasladaron a una habitación común y hace un rato le dieron el alta.
Ahora está en su casa con Elvira, mis sobrinos y mi mamá.
Cuando me fui hace una hora dormía boca arriba tapado hasta el cuello ortopédico.
No me despedí, lo dejé descansar.
Hace 15 minutos que viajo. Esta vez voy en un asiento sola, sin acompañante.
La señora de acá adelante está dele mirar videos políticos en el celular.
Me lamento porque yo sé: esta ronca.
En eso me llega un audio. Es Pablo.
—Hola Maru, bueno no me llegué a despedir. Gracias. La verdad fue mucho que te vinieras hasta acá. Saludos a las nenas y a Esteban. Un beso grande y que vuelvas bien a casa.

1980

17 respuestas a «Terapista en terapia»

  1. El flaco/pibe/chico/muchacho debe haber pensado toda la noche que tenia una veterana muy linda pero muy rompebolas que no sabe bajar el brillo del celular. Tenerte al lado en un bus con el celu farol…. te mato !
    La foto final me emociona.
    Amé este post de pe a pa.

  2. Jajaja, pensé lo mismo del pibe/flsco/muchacho… Vos feliz que él no iba roncar pero debe haber puteado viendo que no te dormías…
    Cada relato es meterse en tu historia, me encanta y te felicito! Me alegro que Pablo esté bien.
    Abrazos

  3. Maru, gracias por ir a acompañar a Pablo en un momento tan dificil. Yo sé lo importante que sos para él y se que dejar a las nenas, Esteban, Aurora y todas tus cosas te cuesta. Sin embargo no dudastes ni un instante. Tu relato emociona, pero la foto final es la frutilla del postre Te quiero Maru.

  4. Gracias Maru por el texto y el apoyo al viajar! Fue muy importante contar con ustedes. Ya estoy bien y se me fue la nube de los fármacos de la cabeza. La crónica como siempre es muy linda y divertida pese al momento; como te conté tuvo repercusión en CEMIC entre mis compañeros. Un beso grande!!

Replica a elquedelele Cancelar la respuesta