4 am y vos me llamás desde tu cama, María.
—¡Mamá!
—Qué.
—¡Vení!
—Acá estoy. Qué pasa.
—Quiero ir a tu cama.
—¿Soñaste algo feo?
—No, pero por las dudas.
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Termina 2017 con un momento marca diciembre. Esto es: política, grieta, colas de Navidad y violencia. Una ley que afecta a los jubilados se vota en el Congreso a los piedrazos. Me sorprende que tantos tengan una opinión formada. Creo que el opositor que dice que el presidente se tiene que ir se parece al oficialista que usa la expresión «bala». Conozco gente de los dos lados y ambos quieren tener razón. Yo también quiero tener razón, si no no estaría acá sugiriendo que lo razonable es la confusión. Cuanto más Twitter, diarios y familiares y amigos en Facebook leo, menos entiendo.
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No cumplí con ninguna de las dos metas que me fijé al principio. Me esforcé , cumplí con mi gurú interior y perseveré, pero no hubo caso. En cambio hice cosas porque sí, como este blog. ¿Todo bien igual? Sí, creo que sí. Bah, no sé.
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Papá —no Noel, el de ustedes; Esteban— me regaló para Navidad la entrada al recital de Radiohead, que es dentro de unos meses. No supe qué hacer cuando me lo dijo. Yo, que milito contra el uso de la palabra «feliz», me puse feliz. Le voy a hacer una tarta de frutillas.
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Espero en 2018 poder tener más momentos de espiritualidad *suena un campanario*.
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—Mami, haceme upa, así parecemos un monstruo de dos cabezas.
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A la espiritualidad la siento a veces cuando hago yoga, veo un pájaro volar muy alto o canto una canción en la misa, cosa que hago un par de veces al año. Supongo que la serenidad de sentirse parte de algo más grande es propia de las religiones y de las prácticas ancestrales. Un padrenuestro, un ommm, una melodía. Son mantras. Bueno.
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Me pasé todo el año pensando en mi abuela Piba. Creo que a partir de esto que puse acá, que fue de lo más a corazón abierto que alguna vez escribí. La sigo viendo a mi abuela en vos, María. Tenés la misma frente redondeada, los mismos colores, la misma cabeza grande. Me hablás igual, además. La vez pasada, por ejemplo. Yo tomaba sol en el patio y leía un libro con una mano como visera cuando te acercaste y me preguntaste:
—¿Qué te pasa?
—Nada.
—Ah.
Te fuiste y entendí: habías creído que yo lloraba.
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Termina el año y entre toda la agenda escolar de ustedes, el trabajo, papá, las menstruaciones, los abuelos, las redes sociales y diciembre, este tuit:
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Chau.
Por un nuevo año lleno de tus letras y que te pase todo lo bueno que te mereces y más….!
Muchas gracias. Que tengas el año que vos mas quieras. Beso grande.
Te empece a seguir cuando publicaste lo de las plazas de Palihue… me parecio excelente… tenes el poder de decir las cosas de una manera que llega al lector sin causar conflicto, quiza sea porque le dedicas estos textos a tus hijas… He estado en desacuerdo contigo en algunos puntos, te lo dije y tu resuesta siempre fue muy amable. Hoy escribis algo como esto » Me sorprende que tantos tengan una opinión formada. Creo que el opositor que dice que el presidente se tiene que ir se parece al oficialista que usa la expresión «bala». Conozco gente de los dos lados y ambos quieren tener razón. Yo también quiero tener razón, si no no estaría acá sugiriendo que lo razonable es la confusión. Cuanto más Twitter, diarios y familiares y amigos en Facebook leo, menos entiendo.» Y es lo mas sensato que he leído en todos estos días de locura. No te conozco. Pero te felicito. De corazón. Felices fiestas. Espero seguir leyendo tu blog el año próximo. Me causa mucho placer. Gustavo
Hola Gustavo. Ah, me hiciste el día con tu comentario. Te agradezco muchísimo. Que tengas una linda Navidad. Gracias por leer.